Lo sencillo no es complicado y resulta facilísimo reconocer que en este momento falta alguien, alguien que comparta los manjares más sencillos y triviales, presentes siempre en una humilde despensa.
Y ese alguien en el momento álgido de la emoción lleve su mano a tu espalda o quizás con sus dedos seque cual paño una lágrimas que vaya usted a saber porque caen.
Y ese brazo, ya sea masculino o femenino se enrede en mi busto ajado y decadente y sostenga con su sola presencia un momento único.
No soy digno de escenas teatrales ni de películas de amantes furtivos invadiendoblos dormitorios de mujeres heridas en sus avatares de vida, ni de la falsa modestia que promulgo en los asaltos del deseo que no son más que consuelos momentáneos para ellas y actos de servicio para mi omitiendo el daño salvaje e irreparable que me llevo en cada uno de ellos. No hay ni flores ni actos sinceros de entrega humana aunque a mi modo he dado todo lo que tengo
De esos abrazos instantáneos huyo definitivamente a riesgo de tener más degustaciones como la de hoy; sabrosa y solitaria.