Por fin puedo pagar con la moneda de la realidad, mi dulce venganza a la tristeza; aquella que me conquistó no hace mucho y que me hacía pedir insistentemente el rescate. Aquí está, y a los que descreyeron de mi, les devuelvo su desafio con una sonrisa. Aquí estoy, donde siempre quise estar. Pero ojo, que no creo que esto sea perpetuo. Mi mente inquieta me llevará a otro lugar, a reclamar nuevas emociones. Por lo tanto, este empleo que me llena de orgullo y satisfacción, sólo sirve para acallar voces inmaduras y comentarios feroces repletos de ingenuidad. Todo llega, todo. Más tarde o más temprano, pero siempre a su momento. Que tu orgullo, del que tanto presumes no te aboque a tu ruina.
Canción para hoy: «Speed of sound», Coldplay