Por no apretar el gatillo en forma de pluma tuve que evitarte durante mucho tiempo pero ahora que te tengo conmigo no te voy a perder. No me castigaré al exilio porque quiero estar lo suficientemente cercar para oler a cada instante esa brisa corporal que oxigena mi corazón y palpita junto al tuyo. Eres una esperanza angustiosa que trata, sin conseguirlo, amansar la borrasca en la fiera que llevo dentro. Diviso un pasadizo a lo lejos en el que creo enloquecer y la luz del color de la felicidad se vislumbra entre el arco que forman tus piernas, donde acaba lo terrenal empieza el placer de tu compañia y son tus pies los que me acompañan a esta locura que viene y va. Es tu nombre el que ensalza el mio, es tu aire el que me hace buscar una fuente para poder respirar. Es tu sonrisa la que hace nadar mar adentro y no querer salir. Es tu ausencia la que arrasa con la cordura, la que hace volver a la realidad.