Debo ser un tipo con suerte, de los pocos que pueden afirmar que las últimas bodas son días especiales, inolvidables. Y el lugar que es reiterativo, no debería cambiar nunca. Y con más fortuna he conocido en cada una de ellas a unas chicas especiales. Y muy parecidas por cierto, pena que no salí por la puerta grande en la última faena. Pero es lo de menos, mereció la pena el cansancio. Que bellezón de mujer por cierto y cariñosamente afable. De boda en boda y repito porque de la mia me ausento. No porque me divierta esta carrera a la liga de tu pierna, gastando más monedas que en la fontana de trevi, asaltado nocturnamente por los hielos de la duda y olvidando y añorando la dulzura de tu boca que me invoca. Aún no tengo el telefono de la ultima morena que ayudé a bajar las escaleras de un bar, que se sentó esperando a que otro le hablará más que yo; que aburrido, que duelo inutil a la par de mis caderas. Adiós dulce mujer de blanco corto y negro.
Canción para hoy: «Avenidas de tu corazón», Quique Gonzalez