De amor, de terciopelo y espinas, de cactus en flor, de olvidos por las esquinas al deshojar los juegos de amor, vuelve a vibrar un descolorido temblor en la deriva de los dias. Y ahora vivo aquí, donde cruza la frontera, entre la razón y una inutil ilusion traicionera. Mi cruz, mi muestrario de heridas, nuestros días de luz y nuestras estrellas caídas de este espejo que no escupe nada tan solo el debil reflejo de este escueta balada con la luna a cuestas y el agua al cuello. Fue Princesa el juez, solo el tiempo es mi condena y ahora vagaré de la mano de cualquier alma en pena. De esta vida, de este manual compartido de las despedidas de este todo amor esparcido de las penas y de las alegrias de este calor en las vena cuando con tus manos frías recompones mi vida entera. Y ahora vivo aquí donde cruza la frontera entre la razón y una inutil ilusión traicionera. Tú, dulce ambición, frutal fatal que yo mordí sin razón. Jugué a juegos de amor sin sospechar aquel amargo sabor a dolor. Y ahora vivo aquí donde cruza la frontera entre la razón y inutil ilusión traicionera. Hoy le pido a Dios no descubrir aún el final de los dos. Voy sin dirección buscando más prohibidos juegos de amor y dolor. Fue Princesa el juez solo el tiempo es mi condena y ahora vagaré de la mano de cualquier alma en pena. Y tú la negra flor de mi jardín veneno dulce y mortal, mujer, sueño real no pienses más si ya no estoy por aquí al llamar al portal. Y ahora vivo aquí….
Diego Vasallo