Sube la marea

Hoy admito y descubro todas mis limitaciones como escritor inoportuno. Mi prosa, mis conocimientos no encuentran palabras para describir todo lo ocurrido anoche, todo lo sentido. Cuatro amigos te dedican una canción con la que he llorado en mis horas tristes, ávido de voltear esa situación de amargura. Pues bien, como puedo explicar que susurro esa canción delante del grupo a la mujer que protagoniza todos mis desencuentros? Sus oidos eran el parnaso de esos versos ordenados y quizás la letra le dio igual pero puse enfasis en el último verso e intentando sentir su piel le decia «cuando con tus manos frias recompones mi vida entera». No hace falta ningun beso para explicar esto, para hacerselo llegar. Y como lo explico yo? Eso tampoco lo se hacer. Y estuve a punto de llorar, si, y no me averguenzo. La música es esto: emoción y yo ayer sentí una inmensa e indescriptible. Y estaba ellá allí, y se que está en otro amor, a punto de decirme adios; En otras ocasiones he dicho en estas lineas de locura indefinida que un amigo perdido en combate me dijo que cuando quieres de verdad la quieres para toda la vida. En este corazón, podrido de doler, guardo ineludiblemente a muchas personas, todas ellas importantes por sus cosas buenas y tambien por las malas. Aicila se está ganando a pulso un rinconcito perenne en mi bombona de la vida. Nadie desde hace mucho tiempo, desde el siglo pasado, me ha hecho conmover tanto. Y la música me ha ayudado a eso, si, como se lee. Ayer, escenas que vivimos juntos y que la escuchamos juntos. Y aunque ella no lo comprenda… es una mujer que duele. Duele cuando estás sin ella y duele… Tengo una avenida inmensa en mi corazon para pasear con ella. Eso si, que nunca falte una canción en el corazón. Y como dice la canción, ahora estoy donde cruza la frontera, entre la razón y una inutil ilusión traicionera. Cual es la dirección correcta? El tiempo me dirá se he escogido adecuadamente y mientras tanto, permitanme que delire a trazos.
Canción para hoy: «Donde cruza la frontera», Diego Vasallo y Quique Gonzalez