Todos los 24 de junio son especiales y el que toca cada año el más especial de todos. Siempre se celebró en mi casa mucho más fervientemente mi santo que mi cumpleaños y para mí es un día tan tan especial que quizás me gusta más que él día de mi cumpleaños. Hace dos años estaba en una preciosa playa de Vigo quemando la noche al ritmo de la hoguera con toda la gente que apreciaba del mundo del billar. Allá estaba la preciosa Cristina, sin duda la segunda mujer más bella en la faz de la tierra. Y el año pasado celebré mi día con mi inseparable Jumish en Vinaroz, en las playas levantinas donde el cielo iluminaba una noche preciosisima. Sin el rumor de la noche nada hubiera sido igual. Sin el latido de las estrellas no hubiera transmitido ni un resquicio de felicidad. Y en esta ocasión vivo mi día tan feliz como aquellos pero con otra realidad. Al fin y al cabo todos los dias de la vida son una lección. La experiencia es la evidencia. Hoy faltará alguien a la cita anual de la felicitación. Pero, sin duda, valoro infinitamente más a las personas, por muy distantes que parecieran, que han tenido un gesto de cariño. Y el mejor regalo siempre es la familia y además hablar con tu mejor amiga que está a más de 8000 kilómetros es suficiente aliento como seguir embistiendo al abordaje cada día de nuestra vida. Si quieres, embarcate de marinero conmigo.
Canción para hoy: «Harbour», Moby