Sin duda, la inspiración es la fuente natural de donde emana la escritura. Si no hay sentimiento, las letras salen demasiado ligeras y asonantes. Por desgracia, me veo obligado a escribir acá en un horario donde aún la cabeza predomina sobre el corazón. La hora de la comida es para comer y no para expresarme pero no me queda más remedio que plasmar ahorita lo que se me pasa por acá. No poder escribir en la noche supone perder mi habitat natural y como especie, pierdo los pasos adecuados para seguir la buena senda. Y es que por la noche soy un tormento literario, de donde salen sin duda ninguna mis mejores composiciones y si además el nivel de alcoholemia es suficientemente tempestuoso pues mejor que mejor. Pero a falta de este clima, el día tambien nos ofrece el regalo de poder transcribir. Sueño con el día que publique todas mis composiciones anteriores. He pensado en transportar todos mis versos perdidos en numerosas hojas de papel, al escritorio de la computadora, y quizás sin saber que sentía en los momentos de creación, puede surgir un buen panfleto versístitico o una maraña de inaguantables gilipollezes. Versos 1995 – 2004, puede que sea su titulo. Se admiten sugerencias.
Canciòn para hoy: «Lo que digo», Melón Diesel