Las reuniones de amigos de nuestra peña Rexaka son únicas. Podemos estar una buena temporada sin comunicarnos o sin coincidir que el espiritu brota sin mucha dilación. Despues de conversar de la hipoteca, del hijo de uno u otro, de los sobrinos…. de como decoramos nuestras casas… después de esas tediosas conversaciones… llega, sin darnos cuenta, el momento de la exaltación de la amistad. De forma natural, sin formalismos, sin forzar gestos, sin abruptos abrazos corrompidos de hipocresia, timoratos de que se acabe la noche. Y en esto que despues de algún Matusalem y Ballantines, y una buena dosis de taurina, llegamos al Gran Via. Hacía mucho tiempo que no me servia una camarera guapa, educada y cautivadora. Con mi percha intacta fuimos invitados a una ronda gracias a mi sonrisa, que por cierto, no valió para volver a decirle nada pero al menos me han quedado las ganas de volver. Y que graciosas estaban las damas. Ese puntillo gracioso y extraño pues por un día y sin que sirva de precedente, ellas estaban más borrachas que nosotros. Despues de que Lorena describiera a mi novia ideal según sus pretensiones, fuimos a bailar y sorprendentemente hilvané pasos rítmicos por rumbas, imaginando que podría estar del lado del cielo bailando con tres mujeres, que agradecieron mis pasos pero que volvieron con sus maridos. Porque como siempre, nuestras reuniones pueden tener nombre de pelicula: tres parejas y un soltero. Pero nos divertimos a mi costa. Y a la de los demás riendose de mi. Por favor, que me dignifiquen en el tuenti!!
Canción para hoy: «Palo de mayo», Bunbury