No se si este era el punto de partida que hubiera deseado pero después del escandaloso fin de semana este enjambre de voraces insectos infectados de locura desbocada está a punto de partir. Mala broma. Yo sabía que el viernes era buen día pero no todo lo que bien empieza bien acaba. Y despues de perder la cara para un tiempo hay que recuperar la dignidad para no perder credibilidad. Y a la pobre Salomé la he enviado a un lugar lejos; lejos involuntariamente porque a veces no se puede ser más patético. Despues de un verano realmente bonito, todo se perdió en el último capítulo. En ese en el que Chanquete se muere, Julia se va y Pancho se queda enganchado a las drogas. Una de las pocas mujeres realmente interesantes del pueblo no querrá ver mi cara en un tiempo. Y yo, como siempre, gritando en silencio que me conceda un beso. Creo que será complicado. Y en esta ocasión, si que es culpa mía, tal vez tambien por no atreverme a decirle nada. Dos conclusiones: el silencio es el mejor grito y si no das el paso no esperes respuesta. Además, no creo que en el Camino deba hacer una penitencia, quizás un cameo con la reflexión, y una invitación al olvido…o yo que se. Ver flores de terciopelo y espinas y que no vibre más el axfisiante temblor de la agonia del deseo. Salomé: perdón y no cierres esos ojos.
Canción para hoy: «Donde cruza la frontera», Vasallo y Gonzalez