Me llaman cansino, tedioso, aburrido, repetitivo. Soy un triste pues siempre hablo de lo mismo. Será que llevo escribiendo con el mismo dolor mucho tiempo. Aquí ya no hay Zaplanas, Carod, Acebes, Aznar, Lanzarotes. No hay selva, ni caras tristes. No hay bondad ni sanas intenciones. Me lo has pedido en más ocasiones pero yo te ruego que para buscar una buen rincón en tu día leas otro diario noticiero. Pero aquí ya no hay lugar para las princesas; no busques patricias, alicias, cristinas… Sólo hay pelotas. Quedó la rutina del movimiento de un balón. Sólo rueda hacia adelante. No existe un mundo de ilusión. Se ven las puertas despues del pasillo hacia un verde que se pierde en el cansancio. No hay atril que sujete las partituras de la vida, son arítmicas. No hay sintonia que dulcifique mis momentos. No tengo melodia que susurrarte. No voy a misa porque no tengo bendición que recibir. Purificarán mi alma cuando me haya ido. Me retornaran del infierno en donde estoy comprando pasajes para descansar. Lo fui todo y ahora no soy nada, un conserje que ve los días pasar y sin mirar al futuro, esperando el pasar del tic-tac del reloj, reloj que no me lleva a la nada porque de la nada no se irme, no se nadar a contracorriente y contracorriente sólo se reciben malas influencias, perversos latidos, tristes lamentos.