Suena el despertador como cada mañana y ese «cada» es el que engulle todo el sentido de este tiempo, porque cada día, cada amanecer debería ser diferente, teñirlo con un color distinto cada instante. Y ultimamente los amaneceres tienen un mismo color: el gris. El mismo que tinta la mayoría de mis prendas, de mis sombreros y pañuelos. Gris estereotipado en la fábrica contaminante, gris en el día nublado, lluvioso y melancolico, gris en la carretera hacía ningún lugar, gris, gris, gris. No es hoy una mañana diferente, pues tambien es gris pero ningún adjetivo le acompaña. Está solo. Como el dueño de estas palabras. Es curioso que, si pudiera escoger un color para el amanecer de mañana no sabría escoger uno. Que más da, pudiera ser gris.
El suelo está frio a pesar del bello y luminoso sol que entra por mi habitación. Da luz a mis ideas. Llego al naranja de la fruta que desayuno y estando sólo percibo el aurea de mamá. Está todo perfectamente colocado, ordenado e impoluto. Raya la perfección. Me deslumbra la luz que se refleja en una foto de papá y son muchas mañanas esperando una respuesta porque es lo único que espero de esta vida, el porqué de tu ausencia. Marrón, marrón ruguso de las nueces que necesito comer y como. Ya hay vestigios de mi presencia, todo que sucio a mis pasos, puedo llegar a ser un chico bastante apestoso. El marrón huele a peste, a deshechos, a escatológicos pensamientos. Tambien a cinco mil pesetas, con las que podías contratar el amor por media hora. Ese amor que no duele. Ese amor donde las pensas se olvidan cuando cierras la habitación donde has estado y es que el amor que menos duele es el que brota de una cartera.
Agua fresca, azul, golpea mi cabeza con vehemencia mientras recibo una ducha revitalizadora. El agua debería entrarme por las plantas de los pies y hacerme crecer y al fin, brotar las hojas y flores de la carcasa que protege este esqueleto. Y el aire, de que color es? No lo siento entonces no puedo adivinarlo. Puede que en una pradera infinita, a pulmón abierto con los brazos extendidos exclamando justicia y arrebatándome toda la nostalgia que ciega mi porvenir, sepa adivinar el color del aire. Puede que sea gris.
Canción para hoy: «Hurt», Johnny Cash