[dropcap]S[/dropcap]ol. Aire. Amigos. Pocos factores faltan para la ecuación perfecta, idílica. La busco, es incuestionable, la ecuación. Calma.
Sin pensar. No tengo que pensar y resulta aliviador. Me he ganado el derecho a no pensar y sobre todo a no ser valiente. La última vez que me dio por ser valiente después de pensar acabé exhausto, vacío, dolorido y con un rejón hincado que ha dibujado una cicatriz difícil de descifrar. Voy a ahorrarme el sufrimiento, ¿para qué?
Que salga el sol por donde quiera y mejor aún, que se ponga por donde le plazca. Si hay que seguirte, te sigo. Si tengo que quedarme, me quedo. Que tengo que surfear las olas, se surfean. Que tengo que quitarme del medio… giro de sentido y ahí te quedas.
Tengo todo lo que necesito para vivir una tregua, pausa. Alguien debiera decirme que tengo todo lo que merezco pero como no lo voy a escuchar de voces ajenas ya estoy yo para dádivas vanidosas.
Una sonrisa, una patada al balón, los niños en el patio, jugando. Los paseos viendo caer el sol, resbala la brisa por mi frente, la mano fría de sujetar una cerveza bien fría y el altavoz sonando.
Un folio en blanco. Un bolígrafo.
Una buena compañia, un arroz, una buena conversación, un buen paseo, un buen disco, un buen libro, una cerveza. Un pueblo. Tendrás todo lo que quieras
Lo único que me da miedo de estas semanas es algo que nunca se olvida por mucho que uno vaya creciendo. Porque si de niño, de adolescente y de joven me aterrorizaba el instante de irme a dormir en la casa de mis abuelos ahora la sensación no ha cambiado mucho. Maderas crujir, puertas golpear, cortinas vislumbrar. Yo con una almohada protegiendo mi cabeza por si venía el coco. Y sin dormirme miraba alrededor en la oscuridad más absoluta a ver si había alguien… y solo estaban mis fantasmas. La radio, mi salvoconducto infantil para disipar el miedo. Ahora, en lo que me toque ser, el miedo tiene el mismo sabor. El rechinar del suelo del sobrao, las sombras que vienen del patio, el chasquido de la cama al moverme…. Ese es el único miedo que tengo. Y lo peor… es terrible tener que pasarlo cada noche.
Empieza el verano, el verano que quiero vivir.
Canción para hoy: «Lo que te mereces», Viva Suecia