Difícil misión tengo al evaluar el espectáculo futbolero que anoche vivimos entre el Fútbol Club Barcelona y el Real Madrid. Lo resumiré en «Fantástico Real, terco Barça». Puedo empezar por cualquiera de los dos bandos pero en honor al vencedor, lo haré por el equipo madridista.
Al Real se le pudo desmontar toda su estrategia a los dos minutos de juego pero salvado ese ataque blaugrana, a la postre el más peligroso en todo el partido, el equipo blanco pertrechó una defensa sublime para un ataque coherente.
Mourinho tiene un sinfín de defectos pero adolece de tontería. Inteligentemente él sabe que Xabi Alonso cojo es más importante que Essien, Kaká, Modric y la suegra de todos ellos juntos. Intentó refugiar a Xabi de un excesivo desgaste y acortar su recorrido en el campo. Mientras su linea de zagueros defendió a mitad del campo visitante, Xabi retrasó ligeramente su posición para que los laterales pudieran estar permanentemente atentos a las diagonales de sus extremos rivales. Ocasionó en numerosos momentos una defensa poblada muy bien acompañada de Kedhira y Ozil. Con lo cual el Real amontonaba jugadores en el centro sin estar estirado su equipo. El derroche de Di Maria y Cristiano en sus costados hizo el resto, defensivamente hablando. Pero en ataque…
En ataque sorprendió la coherencia con la que el Real jugó el balón. Siempre de dentro hacia afuera y vuelta. Y sobre todo que no temió jugar la pelota, eso que tanto hemos criticado a Mourinho. Poco tuvo el balón pero no necesitó más que un buen criterio para crear más peligro que el Barça con más del 60% de posesión. Eso y el imperial partido de Ronaldo. Colosal. Apareció por derecha, en el primer y segundo gol, y aparecía por la izquierda a la mínima subida de Alves. Inteligencia, criterio, poderío y sobre todo sacrificio porque se le vio que defensivamente estaba igual de comprometido que sus compañeros.
El Real nunca estiró el campo como para ser pillado desprotegido, cuando atacaba se veía a los defensas adelantados y cuando defendía a sus delanteros replegados. Bien. Muy bien sin balón pero mejor aún con él.
El equipo perdedor jugó fiel a su disposición y teoría de los últimos meses y fracasó… una vez más. Este curso ha fracasado muchas más veces pero las individualidades le han salvado. Y es que, como ya he dicho en innumerables ocasiones en este panfleto digital, la posición de Messi invita al suicido salvándose él de ese magnicidio colectivo. La pulgita corrió anoche menos que yo en el gimnasio, pidió la pelota al pie en todo momento, obturó los pocos espacios con la conducción excesiva del balón y ahogó las posibilidades de Xavi e Iniesta, a mi entender, los dos jugadores más importantes de este equipo. El equipo culé sólo hizo un jugada coherente en todo el partido y fue la que tuvo lugar en el minuto dos. El balón al espacio y al extremo y el atacante sólo tiene que darse su tiempo para acercarse y centrar conforme el movimiento del delantero. Dicho y hecho. A Messí se le escapó el balón por poco. Al Barça se le escapó la inspiración, se le acabó el criterio y se le agotó la coherencia. Olvidó, como lleva toda la temporada, abrir el campo y que sus laterales desdoblaran a Iniesta y Pedro. La sombra de Ronaldo es demasiado alargada y así llegaron dos goles. Los azulgranas estaban totalmente parados, sin atisbo de movimiento cuando Sergio intentaba mover el esférico. Y cuando éste llegaba a Iniesta los jugadores locales formaban una disposición de arco imaginario que se proyectaba en pantalla de televisión. Iniesta con la bola y ningún jugador por delante suyo y los que estaban por detrás estaban inmóviles y desactivados. Sin movimiento no hay espacios y sin espacios no hay velocidad. Así, una y otra vez los culés se estrellaban contra unos correctos centrales blancos que sufrieron muchas menos dificultades que en otros enfrentamientos.
Y entonces, ¿porqué Messi es culpable? Lo es, por indolente, por incapaz y por obstinado. Sin discutir que es probablemente el jugador más importante que ha dado el planeta sus capacidades futbolísticas menguarán si no cambia la forma de jugar. Recuerden. Recuerden las dos primeras temporadas de Guardiola. Su chispa era constante y brillante. Y apenas recibía el cuero al pie. Ahora la filosofía del entrenador es que Messi juegue más minutos a menor numero de revoluciones. Creo que esta es la clave. Intentar focalizar el éxito colectivo en la capacidad individual, con lo cual, el éxito personal casi siempre, no en todas ocasiones, se convierte en el éxito colectivo pero el fracaso individual es siempre el fracaso común. Comparen el juego de Xavi hace dos años al de ahora, donde los espacios florecían a partir del movimiento de sus colegas. Si el Barcelona quiere permanecer en el éxito tendrá que modificar su planteamiento.
Y para terminar, el equipo ganador. Mourinho demuestra que hay un estilo que domina a la perfección pero que hay otro que no es capaz de desarrollar: el juego creativo. Cuando el Real tiene que ir a buscar los partidos le cuesta generar juego imaginativo para desarbolar a los contrarios. Pero lo de anoche es una lección fantástica para muchos equipos en España y Europa. Y todo porque Alonso es el eje, es como diría mi admirado Guardiola «el puto amo»