Hay un portugués erigido en mandamás que tiene por cargo profesional entrenador y como ideario principal la sinverguenzeria. Esta palabra tan difícil de utilizar es el medio y el fin en la vida de José. Este entrenador lleva los designios del equipo profesional del Real Madrid Club de Futbol, al que ayer le apeó de la final de la Copa de Europa el Bayern de Münich y la verguenza de Mourinho. Es inadmisible que un equipo de cuatrocientos millones de euros juegue dominado por su rival en más de un sesenta por ciento del partido, no se atreva a imponer su ley y encima que después de la eliminación se achaque esta al cansancio. Pero sin duda alguna, si mal estuvo lo que hizo con su equipo sobre el verde del coso futbolístico madrileño peor fue lo que dijo en la rueda de prensa.
Alentar a que su club protestara por el arbitraje del turco, achacar la derrota al cansancio como consecuencia del calendario de partidos o a la suerte es un acto de demagogia, verguenza y desprecio sin precedentes hacia un escudo, una camiseta que está manchando con su sóla presencia.
Apareció el Real parsimonioso pero enchufado en el partido, en sus primeras aproximaciones había cosechado dos goles. En su papel, transiciones ultrasónicas, combinaciones cortas y remates envenenados el Real era superior al rival. He aquí que cedió ya no sólo la pelota, sino el espacio al rival. Un equipo el bavaró que a mi particularmente me sorprendió por su grandilocuencia táctica y que descubrió para el que firma un par de jugadores buenisimos, en concreto Luiz Gustavo y Kroos. Camparon a sus anchas y tocaron hasta hartarse la pelota, además de que el joven alemán fue la sombra de Xabi en el inicio de la construcción merengue. El 14 tenía que retrasarse hasta la altura de los zagueros para sacar, en principio, la pelota. Pero como esa cosa redonda la tenían los alemanes gracias a las continuas coberturas y anticipaciones de 31 alemán y de nombre inescribible para mi, el equipo español era una testigo del monólogo muniqués. El Real no fue capaz y sobre todo, no quiso lanzar contras con algún delantero jugando de pivote o boya. No quiso tener la pelota en la segunda mitad despues de ser superado ampliamente en la primera. Sintomático que promoviendo que el Bernabeu fuera una caldera, un infierno, el ínclito luso apagara esa excitación recluyendo a sus jugadores en su propio campo y dejando a los más creativos sin posiblidad de dominar el juego a partir de dominar el balón. Xabi ejercía de quinto defensa mientas languidecía el partido y sonrojados, asistiamos a la dejadez del Real por llevarse la victoria. Prórroga vergonzosa del Real con actuaciones muy desacertadas del monaguillo Kaká, del agotado Ronaldo o del efusivo Higuain. Y los penales. El Real encomendado a la habilidad puesta en evidencia en el gol de Robben del arquero de Mostoles. Empezó fallando Ronaldo tirando de forma timida y acobardada. Falla el monaguillo con las mismos adjetivos al error que Cristiano. Y cuando todo parecia perdido resurge el Real con la excelente actuación de Casillas. Remonta él solito la tanda y falla Ramos. Cruel final para un excelente partido del de Camas. Hoy una legión de incipientes del humor se mofan del error del sevillano pero a mi juicio mejor fallar un penal como lo falló Sergio que no como los cagones Ronaldo y Kaká.
Y despues de tantos millones, tanta milonga el sinverguenza de Mourinho sigue en el Real. Una licencia que los socios madridistas permiten y ellos sabrán porqué. No merece ese escudo, no merece la gloria que el Real alumbra en la victoria. Mourinho culpable, Florentino cómplice. Dejen el Real en paz.