Llevo un cancionero pegado a las derrotas de mi vida, unos poemas a los combates en trincheras, un salvavidas en prometedores naufragios, unas armas que no son mas que besos y abrazos, una coleccíon de besos sin repartir, una dosis de fustración recolectada, un sombrero de Cohen para pedir limosna, un corazon roto para dar pena, un intervalo infinito de pausa al calor de mis manos, una alegria para compartir en eucaristia, un amor ecuméncico, una ausencia indeterminada