Hubo desde niño algo que no se porqué me gustaba, supongo que fue por la afición que tenía mi hermana mayor a escuchar la radioformula. Gastaba sus mañana de los sabados en anotar los primeros diez puestos y grabar… grabar y grabar y crear esas cintas que hoy son reliquias. En julio del 89 había dos temas que me gustaban, que escucha atentamente siempre y cuando mis hermanas me dejaban el aparato de musica de turno. Y siempre a la hora donde los niños estaban en la piscina sonaban dos canciones; una de Phil Collins y otra de unos españoles que no sabía el nombre. Me emocionaban y tal fue la pasión que ahorré unas mil pesetas y me decidí a hacer una de mis primeras compras. Aquella tarde de julio mi padre me llevó al Pryca en su Citroen GX amarillo y recorrí aquel mundo fantasmagórico hasta que llegué a la sección de música. No fue dificil encontrar el casete de Phil Collins, era un superventas. No lejos estaba la cinta de otro grupo que ya había memorizado su nombre. Su portada de disco muy de la época pero con el acantilado como marco natural me hizo dudar. Yo iba decidido a seguir escuchando a Phil Collins. Tomé en la mano el casete de los españoles y pensé que las letras las iba a entender y sin otro fundamento invertí aquellas esforzadas mil pesetas ahorradas en «El mar no cesa», de Héroes del Silencio. Aquel momento cambió mi vida. Parasiempre.
2 comentarios
Vaya, Juan, creo que ganas un montón haciendo entradas como esta, me ha encantado, yo tambien creo que hay momentos, personas, libros,poemas,canciones, que cambian nuestro rumbo, que nos marcan para siempre..
te quiero mucho
besos
Bárbara