En el origen, nunca tenía obsesión por el triunfo aunque lo alcancé ipso facto. A partir de la segunda entrada ya me leían tres o cuatro personas. Para mí eso fue un éxito y lo es aún más rotundo hoy si esa audiencia se mantiene. Sin esperar que alguien tenga interés por leer unas vagas lineas improductivas y carentes de rédito supuso un gran impulso en su día cuando me ponían comentarios en cada uno de las locas parrafadas que yo escribía de toda índole.
El triunfo cada uno lo mide en la intensidad de la victoria.
Lamentablemente no existe una maquina que transcriba los diez minutos antes de dormir. Si tal herramienta existiera sería un escritor promiscuo y alterado, no me atrevo a afirmar si bueno o malo pero si escritor. Por que a falta de constancia y perserverancia a la mañana siguiente para transcribir a mi imaginación sensata quedan los escasos momentos, como este, en los que situo mis dedos sobre un teclado que me conoce fielmente al breve sentir de mis falanges.
Resulta que durante un tiempo pensé en escribir un texto diario a modo de columna. Y viendo el magnífico documental sobre Francisco Umbral uno descubre lo que el talento o el atrevimiento bien escrito puede llegar a ser, el rock and roll de las letras.
Nunca hubiera osado ser protagonista en la negrita de Umbral ni hacer personaje a ningún variopinto de mis amigos, conocidos o enemigos pasajeros pero en ciertos círculos un buen escritor con un aura magnético podría protagonizar cualquier historia a la altura de los más míticos rockeros.
Mola escribir pero tiene que ser la leche escribir por obligación y encima gustar. Me alegro de no saber que es eso. Bueno, lo de la noche madrileña si que hubiera estado bien vivirlo a ese nivel.
Un comentario
Si te da pereza escribir lo que se te ocurre antes de dormir, grábate notas de voz con el móvil.