No pierdo la cuenta, los voy sumando uno a uno para no olvidar ninguno. Los guardo en la maleta de la vida para llevarlos siempre conmigo, son mi equipaje para no ningunear cada una de sus consecuencias. Desde aquella cama de hospital nos citamos para esta vida pero tendrá que ser en la otra, viendo como siempre un partido de nuestra Unión Deportiva Salamanca aunque cambiaremos el verde del cesped por el azul de cielo, las lineas del campo por la infinidad del paraíso. Ya no hay partidos divertidos, no hay comentarios opurtunos, no anécdotas que contar. Todo se paró en aquel minuto 90, no te concedieron la prórroga y me dejaste fuera de juego. Tan sólo como un árbitro tan inútil como un jugador expulsado. Y aquel balón que no quiso entrar ya no lo empujará nadie a la red. Al menos podías haber avisado, al menos sólo hubiera pedido un grito ahuyentándome del peligro. Como cada 6 de abril no fui a misa, es un acto de hipocresía existencial, esa que tanto me sobra porque cada día te tengo en el altar y celebro religiosamente tu presencia. Te has perdido muchas cosas pero más he perdido yo con tu ausencia.
Canción para hoy: