Dos cañitas, por favor!! Aquí y allá, saben del mismo modo. Pero claro no es lo mismo acompañarlas de unas barriobajeras olivas o cutres manises a beberse inundas por la textura de una morcillita bien hecha o de esas patatas meneas un poquito picantes o ese saquito de crema de gambas… Por que la espumita de mi cañita, sobrante por mis labios, augura la llegada del liquido elemento: rubita, fresquita, suavecita. Y va deslizandose por mi garganta a la par que refresca y recupera mi mente porque satisfaciendo al estomago, satisface a mi cabeza. Y cuando llega su fin en felíz unión de esa morcillita caramelizada con mermelada de frambuesas o esa orejita a la vinagreta con toda la textura del chancho. Y cuando quiero seguir veo que mi vaso está vacio, repleto de aritos redondos de espuma que se dibujan en el vaso. Oh no…por favor, dos cañitas más!! Una para mi y otra mi amigo o amiga. Esta es la verdadera importancia de las cañas; los amigos.
Canción para hoy: «Back to black», Amy Winehouse