He de confesarte que durante tu tiempo te tuve un poco de tirria porque acabé de La Flaca hasta la mismisima coleta que por aquel tiempo vestía, porque como todas las canciones que pegan pelotazo, la escuché hasta en la sopa. Eso si, te ganaste mi indulgencia con «Te miro y tiemblo». Una canción que me propina una conmoción volcánica cada vez que la escucho.
Ayer estuve nervioso todo el domingo. Pájaros en la cabeza e historias mías y además sabía que iba a verte y escucharte por la noche. Cierto es que si no te fui a ver antes a las salas de cine no era por no pagar la entrada correspondiente, era por la supuesta incomodidad de generar unas lágrimas en una sala de cine. Visto lo visto creo que eso no hubiera sucedido pero es sencillo hablar a posteriori.
Lo que no fue sencillo es ponerse delante de una cámara en los últimos días de tu vida. Me pareció valiente por tu parte. Tú has vendido millones de discos, has tenido lujos pasajeros, has tenido una vida de músico de éxito… lo has tenido todo que dirian los nostálgicos rockeros y aparecer con la cruda realidad de tu momento me ha parecido para quitarse el sombrero.
Creo que de todo lo que dijiste no hay nada que rebatir solo respetar, a lo sumo. Creo que ya habías jugado la partida y no tuviste miedo a soltar todas las cartas. Y lo más interesante de ese documental me pareció tu definición del miedo. Solo esa afirmación vale toda la entrevista. Intentaré recordar tu sentecia pero no se si sabré llevarla a cabo. Si soy capaz, seguramente seré el tio más feliz del mundo.
Respeto mucho tu propuesta de testamento ante la sociedad para aún más admiro un par de puñados de muy buenas canciones que nos dejas y que esas si que serán inmortales. De verdad, no fui un seguidor que los sabía todo de tu carrera musical pero si tenía conciencia de que me gustaran unas cuantas canciones tuyas. Y son canciones con letras que van en la misma dirección que tu entrevista de ayer. Intuyo que fuiste como contaste en las canciones y como nos hablabas ayer.
El verano pasado en nuestro confinamiento veraniego siempre «El Mejillón» tatareaba tu gran epitafio «Eso que tu me das»… El tio canta igual de mal que yo pero la vivimos con la misma pasión porque con ese texto nos dejas un buen evangelio. Gracias Pau y espérame muchos años que yo quiero seguir dándo pedales a la flaca durante muchos años. Ah, y lo del miedo… me lo tatuaré.