El sol no brilla diferente, pero está más distante, será que regala su luz de otra manera. Hoy alargó una sombra, dulce y fina y no se tenía una pose huidiza. En determinación, no puede ser de un hombre. Me mantuvo un marcaje fiel mientras recorria la avenida. A Charo la de la perfumeria le extrañó que alguien me siguiera y su cara era de sorpresa cuando la saludé. Elvira me paró a la puerta de su pequeña y coqueta tienda de incienso. Yo quería que me consumiera, estaba harto de tanta persecución. Viré una esquina y ya agarraba bronca por no soltarte de mi trasero. Se acabó la avenida, no había más calles en las que pudiera seguir mi camino, que terminó siendo una huida. Terminé frente a una tienda de ataudes. Me mantuve frente ella algunos instantes, en alguno de ellos querría estar dentro de ellos, me agotaba tu presencia. Al girarme para ver tu sombra te habías ido. De tan cerca que estuve en el final empezó el principio.