Me resulta muy difícil encontrar en la esfera política alguien que me produzca tanto rechazo como el prófugo Carles Puigdemont. El expresidente de la Generalitat siempre me ha generado antipatía, siento decirlo así de injustamente pero desde que accedió a los focos mediáticos en el papel de protagonista de la cuestión catalana siempre me suscitó un recelo ya no tanto de sus ideas o de su imagen pero sobre todo de sus argumentos para defender la independencia, tan legítima como la unión política.
Por otra parte me cuesta creer que una inmensa y rotunda mayoría de votantes progresistas, fuera de la esfera de los partidos, esté de acuerdo con el futuro acuerdo con el tipo este para originar una ley de amnistía.
Profeso un descomunal respeto unido a una alta dosis de admiración por Oriol Junqueras, un tipo que no huyó, un tipo que defiende con serenidad y contundencia sus ideas y principios, los que sean, me da igual. Alguien con argumentos al menos dignos de escuchar. Alguien con quien me encantaría sentarme a echar un parlao.
Profeso un colosal respeto y admiración política por Oriol Junqueras, un tipo con el que me echaría un buen parlao.
elambulante
Creo que entre muchos de los votantes con dirección hacia la izquierda existe una contradicción difícil de gestionar. De un lado, una medida de gracia que no tiene ni pies ni sentido y por otra irnos a repetición de elecciones con la victoria segura del antiespañol Partido Popular. No es fácil lidiar con esta paradoja. Es un ejercicio de funambulismo personal de principios e intenciones.
Estamos pagando la sociedad española la cabezonería y terquedad del Partido Popular cuando en 2006 interpuso un recurso al nuevo Estatuto catalán. De ahí llegamos diecisiete años después a esta tormenta política que acabará antes o después con la llegada a la presidencia del gobierno con un líder derechista.
Es increíble la importancia que tuvo en las últimas elecciones generales el escaño ganado a ultima hora por los populares con el voto exterior. Pues bien, un escaño, solo uno va a general un seísmo en la política española.
Y quizás todo es un ejercicio de valentía. Valiente fue Junqueras al quedarse en territorio español. Apechugó con su defensa de sus ideas y fue injustamente condenado. Cumplió parte de su condena y fue indultado, eso si, con una buena herramienta de los de Sánchez. Los indultos han demostrado ser un artilugio útil y necesario para restañar los lazos con la sociedad política catalana. Pero esto, mediante de una ley que no condene a según que actos, no siendo un ley personal, no hay por donde cogerla. Que un cobarde sea el dedo ejecutor de una investidura no tiene justificación. Otra vez brillante el equipo negociador de Sánchez para hilar acuerdos con muchos partidos representa lo que debe ser la política con capacidad de alcanzar acuerdos con los diferentes a tí. Me parece extraordinario y de una valía política incuestionable. Pero con Puigdemont se traspasa una linea que tiene una muy difícil vuelta atrás para la herencia política de Pedro Sánchez. Creo que no es positiva para España. Veremos