"Quien quiera cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a si mismo" - Socrates -
"Quien quiera cambiar el mundo debe empezar por cambiarse a si mismo" - Socrates -
Por pocas horas no llegué a la vida en agosto del 77. Semanas antes, coetáneo, había nacido en Madrid un tipo igual de pobre que yo. Puede que nuestras vidas fueran paralelas o perpendiculares hasta la edad el número mágico: 17. En mi segundo año de juvenil, yo, central, gordo,
crónica resumen del Sonorama Ribera 2018
Vibró el teléfono en mi bolsillo y me asustó, así, tan brusco, tan de repente. Aún alterado contesté y un silencio infinito y cruel permanecia al otro lado del hilo telefónico. No insistía en preguntar quien estaba sujetando ese silencio, callando esas palabras. Un soplo de expiración recorrió todo mi
Si existe un Dios, que sea grande en su corazon; si existe un Dios, que me juzgue igual de mal que al pecador; si exite un Dios, que me quiera igual que al misericordioso; si existe un Dios, que sea igual para los dos; si existe tu Dios, dale recuerdos
Que dificil es combinar la conciencia, con el razocinio, con lo adecuado y con lo más miserable del alma de uno mismo. En que tumulto de pensamientos debe descansar mi admirado zapatero… si!, este de la plaza del oeste, que deja los zapatos niquelados. No sabe si decirle al cliente
Fue la belleza del instantela que mis ojos memorizaronlas manos que querían amoldaruna escena tan breveque fue más lento mi pensar.
Por todo tengo esta pasión inaguantable, por todo vivo en esta prision diaria, por todo frunzo el ceño, por todo sonrio sin misterio, por todo gruño sin saberlo, por todo harto de esta condena, por todo giro esta sonrisa, por todo disfruto de esta sonrisa, por todo inhalo tu aroma,
[dropcap]Q[/dropcap]uién inventó la música, ya fuera de forma casual o provocada, fue alguien que seguramente no preveyó las consecuencias que tendría en la humanidad. La cantidad infinita de sentimientos que puede despertar una serie de sonidos, armonias, acordes y demás elementos musicales que eleva hacia la inmensidad la felicidad de
Yo, que bendigo vuestro tacto, santifico vuestro aroma, adora vuestra compañía me acerco irreversiblemente a la misoginia más contradictoria, el rechazo más abrupto a vuestros deseos, el insolente deseo de besos consentidos pero a la necesaria ausencia de mis encantos.
No conseguirán engañarnos a todos aunque a veces parecemos tontos
